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TRAZOS SUELTOS es el segmento en el que voy recopilando todo aquello que no encaja en ningún lugar. Textos absurdos, que no pretenden llegar a ser nada en particular. ¡¡Que simplemente escribo porque me divierte escribirlos!!

 

Espero que te divierta leerlos a vos también...

RANDOM

Marzo 2015

 

 

RANDOM es un botón que aparece en algún rincón en cualquier reproductor de música o videos. Es el que se usa cuando querés que los temas cambien sin un orden establecido. Del tema 1 pasa al tema 7, después vuelve al 3, después cambia al 9, etc.

 

Yo lo conocí hace poco cuando, de sorpresa, descubrí que me gustaban las sorpresas.

 

La palabra “aleatorio” me gusta muchísimo, también. El ondular del sonido, las vocales interactuando fluidamente, llevándote en un viaje en bote sobre un mar auditivo, la “L” exagerada y femenina. Invita a escucharla… y a usarla. Pero RANDOM tiene más personalidad. ¡Es casi un nombre! “.

 

¿Será que estoy empezando a disfrutar de las cosas en modo RANDOM?

¿Será que el modo RANDOM es el único que existe en realidad?

 

Estudiante de arquitectura, con el secundario cursado en un colegio técnico, mi impulso siempre fue el de establecer órdenes y regirme dentro de estructuras bien delimitadas. ¡Un aburrimiento total!

¡¡Pero yo no lo sabía!! ¡A mi me daba seguridad! Y ese camino en busca de más y más seguridad fue el que me dirigió la mayor parte de mi vida.

Reglas lógicas para elegir mis amistades (¿?). Pensamientos objetivos para reaccionar ante mis sentimientos, frente a cuestiones del corazón, por ejemplo (¡¿?!) Todo un despliegue de fórmulas inventadas que, se suponía, me llevarían a la plenitud y la felicidad…

Y, de golpe… ¡RANDOM! ¡¡Mi vida cambió!!

Mi pareja me abandonó, me echaron del trabajo, descubrí que mi carrera universitaria fue un desperdicio de tiempo y energía, mis dos mejores amigos me traicionaron… (Podría seguir con esta lista por un laaaargo rato) Todo esto pasó simultáneamente en el espacio de un mes.

¡¡¿Qué había salido mal?!! ¡¡¿Qué regla no seguí?!! ¡¡¿Por qué mis fórmulas fallaron?!! Estaba al borde del colapso, desesperado y perdido…

 

La vida me enseñó, entonces, hace algunos años (a los golpes, como lo hace siempre con las mayores lecciones) que no sirve de nada limitarse y dedicarse EXCLUSIVAMENTE a la búsqueda de la –falsa- seguridad. Cuando las cosas tienen que pasar, simplemente pasan. Cosas malas. ¡Y cosas buenas también!

 

Desde ese entonces estoy buscando sin buscar, vivir en modo RANDOM. Dejarme sorprender y seguir con la corriente. Fluir, junto a mi atención, sobre esa alfombra mágica llamada Instinto, que es la única herramienta real que tenemos para determinar cuál elección es la correcta. Determinación ilusoria, al final del día. Pero seguro que es la mejor…

 

¡Que los temas de mi vida salten de uno a otro! ¡Que las relaciones cambien, se adelanten, y después vuelvan a un estadío anterior! ¡¡Que todo y todos hagan lo que les es natural!!

 

Porque eso es lo único real.

 

Y la realidad, Sras. Y Sres., NO TIENE ORDEN.

ESCRIBIR...
Abril 2015
 

Escribir sobre algo es escribir sobre todo.

 

Podría escribir, por ejemplo, sobre el recuerdo de las hojas secas crujiendo y estallando bajo mis pisadas expectantes,  en la vereda fría, una tarde gris de otoño, volviendo a casa desde la escuela.

 

Podría contarte lo que sentía esa misma tarde, con lujo de detalles, en el silencio quebrado por mis pisadas. Todo lo que pasaba por mi cabeza, y todo lo que no…

 

Podría describirte cómo el frío me entumecía las manos, el olor en el viento, las texturas de los árboles, los mil tonos de marrón que pintaban la vereda, el gusto en mi boca del cigarrillo secreto que me fumaba en el camino, las manchas en mi guardapolvos otrora blanco inmaculado, la luz azulina del sol dormido, lo largo y solitario de mi camino, la canción que tarareaba…

 

Podría llevarte -en un recorrido enmarañado- por los “por qué” de mi alegría en ese momento, o los “quizás” de mis tristezas. Caminos truncados de ida y vuelta en mi memoria, de ida y vuelta en mis recuerdos, de ida y vuelta en mis justificaciones, de ida y vuelta en los huecos que la mente va tapando para seguir en marcha –constante y cansada- hacia los rincones futuros del NO SE DÓNDE…

 

 Podría detenerme, con cautela y asombro, en mis sueños de ese entonces. Palparlos mientras te los enumero. Reírme con algunos. Llorar con otros. Y seguramente haría hincapié en la melancolía de la inocencia perdida que, sorprendida y crujiente como aquellas hojas, se fue desintegrando con los años sobre las veredas frías, millones de tardes como esa.

 

Pero no lo voy a hacer. Porque escribir sobre algo es escribir sobre todo.

Y sería una tarea imposible… infinita…

 

Me quedo con la certeza de que una tarde cuando era chico, el mundo era simple, el camino silencioso, la soledad divertida, el frío cálido, y lo único que necesitaba para sentirme feliz era el estallido de las hojas secas bajo mis pies.

VISITA

Abril 2015

 

 

El Diablo se sentó en la silla de la punta.

 Anoche vino a casa, nos pusimos a charlar…

 

Le ofrecí un mate lavado.

 

-No después de las 10- me dijo – me da acidez-

 

Así que le hice un té de menta.

 

Arrancamos por los temas generales: que la política, que los terremotos en Nepal, que Gran Hermano… ¡Me dio las mismas excusas de siempre!

 

De vez en cuando se limpiaba las uñas con el filo del tridente, se rascaba los cuernos, o sacudía nervioso sus patas de cabra (lo tuve que reprender, por los vecinos de abajo…) ¡Además Rómulo no paraba de ladrarle!

 

-¿Qué te pasa?- le pregunté, al fin, algo irritado por tanta señal de descontento.

Era tarde y estaba cansado. Yo tenía frio, él obviamente no.

 

-Me contaron por ahí que andás con ganas… de ser feliz- me terminó diciendo en un susurro, con decepción.

 

Revoleé los ojos, resoplé con hastío.

 

- ¡¿Otra vez el mismo tema?!- le levanté la voz.

 

Me prendí un cigarrillo. Le convidé uno. Me negó haciendo un gesto con la garra.

 

-Estoy tratando de dejar- me contó.

 

 

-¡Ya no sé qué más querés!- estallé – Querías que vaya a trabajar 9 horas al día, voy a trabajar 9 horas al día. Querías que pague los impuestos, pago los impuestos. Querías que vaya al shopping, voy al shopping. Querías que me guste ver tele, voy y veo tele. Como todas las otras personas pasé día tras día gastando plata que no tengo en cosas que no necesito. Ya hice todo lo “correcto”. Ya hice todo lo “sensato”. Ya viví de acuerdo a lo que todos esperaban de mí, tal como querías. Y me sentí miserable, insatisfecho, inseguro y vacío, como era de imaginarse… Y vos estabas contento. ¡Ya está! ¡Ya tuviste suficiente! ¡Me cansé! ¡¡Ahora quiero ser FELIZ!!

 

Sacudió la cabeza, como si el solo hecho de escuchar la palabra le doliera.

Respiró hondo, el pecho rojo se le hincho y se le deshinchó. Tenía el hocico húmedo. Me miró con esos ojos amarillos llenos de tristeza.

 

-Es que, Ale, yo ya tenía en mente un plan para vos… Toda una vida de falsas recompensas, ignorando tus verdaderas emociones, algunas risas, algunos excesos (nada fuera de lo normal). Y después, como el resto de las personas, tenías que llegar a darte cuenta (en los últimos años de tu vida) todo lo que pudiste ser y hacer y lo dejaste pasar. ¡¡No te estoy pidiendo nada del otro mundo, che!! ¡¡Que seas NORMAL!! ¡¡Solamente que colabores para que yo pueda seguir manteniendo mi empresa en esta ciudad!!

 

Le hice una seña para que se calme. Ya tenía las venas de la frente a punto de explotar. La última vez que hablamos se enojó tanto que me quemó las cortinas…

 

-Yo sé que para vos es difícil. ¡Para mi lo es más! Pero lo vengo postergando por años, y esta vez es definitivo. Lo vas a tener que aceptar – le expliqué firme y sereno – Con tu carácter podrido, sé que me lo vas a hacer más complicado. ¿No? Sé que vas a poner a la gente en contra mío, sé que les vas a llenar la cabeza de prejuicios para que no sospechen de tu plan. Hace raaaaato que me venís poniendo trabas en el camino, porque te venías dando cuenta… - miró al suelo, avergonzado.

 

Quedó un silencio entre los dos. Rómulo se cansó de ladrarle y se enroscó en un rincón a dormir. Lo único que se escuchaba era el chirrido del fluorescente y el resto de los perros del barrio que seguían aullando.

 

-Vas a tener que hacer lo que estoy tratando (¡Y me cuesta un montón, creéme!) de hacer yo– le seguí explicando, firme y sereno todavía – vas a tener que dejar de preocuparte por lo que piensen los demás. Un humano menos no te hace menos exitoso. ¡¿Qué importa si controlás un humano menos?! ¡Mirá como te ponés!- me exasperé - ¡Caíste en tu propio juego! ¡Te estás mordiendo tu propia cola!- Y se sacó la cola de la boca - Para mí, esta vez es definitivo. Estoy decidido en mi camino- concluí, apagando el cigarrillo con determinación.

 

¿Qué decirte? Fue bastante incómodo… Seguro que lo vuelvo a ver, cuando menos me dé cuenta.

Se me va a aparecer en las cosas más comunes, cuando menos me lo espere. Como siempre.

 

Pero no lo vuelvo a recibir en casa nunca más. ¡¡Eso si que no!!

¡Cuando se va me deja un olor a Belcebú…!

VOY

Mayo 2015

 

 

Voy a ver de qué color se tiñen las flores en otro lugar. En qué idiomas rezan. A quién culpan…

Me voy a escapar de esta fábrica absurda, de las fórmulas fijas, de la agobiante amargura de volver a empezar.

(Una y otra, y otra, y otra vez…)

 

Voy a volar lo más alto que pueda, y después, voy a dejarme caer en picada, solo para ver lo que se siente…

 

¡Es tan urgente mi ansia de ansias!

 

Ya no recuerdo lo que es caminar y moverse en realidad.

 

Me voy a recostar en la montaña más alta que encuentre, viendo el sol esquivarme, esperando que la luna me venga a buscar.

Voy a gritar en el más puro silencio, a sentir los mejores abrazos estando solo, a reírme de las lágrimas salpicadas sin sentido, a sacudirme el peso de la inexplicable e ignorante expectativa ajena, a desenvolver –en secreto- LA VERDAD.

 

Cuando todos me miren dirán que fue en vano, dirán “te lo dije” y seguirán.

(Una y otra, y otra, y otra vez…)

 

Así que, verás, no hay desventura alguna. Es mayor la fortuna de equivocarse que de no intentar.

 

Cuando me encuentre vagando, en un paisaje lejano, en un remoto camino, voy a respirar.

 

No hay más valiente que quien se pierda buscando.

 

La muerte es vivir esperando.

 

La muerte es vivir sin despertar.

DISERTACIÓN SOBRE LO INCIERTO

Mayo 2015

 

 

La charla con un objeto inanimado puede ser frustrante, sobre todo en momentos de complejidad emocional. Ayer estaba contándole a mi taza de té los problemas que tenía… y no me respondió.

 

Hacerlo con un objeto animado como un despertador, un pótus, o un autito a pilas no hace la gran diferencia. (…)

Ahora, hablar con mi perro… ¡Ese sí que es otro tema!

 

- La verdad es que no se muy bien qué hacer, Rómulo – le comentaba la semana pasada en la cama– esta situación me deja en una encrucijada ¿Me entendés?

 

Él me miró con los ojos vidriosos, sintiendo mi angustia, frunció el seño, agachó la cabeza, agarró la galletita de agua que le había dado y se fue a comerla en un rincón.

Sabio consejo…

Sabio…

 

 

A la hora de buscar respuestas te las apañas como podés. ¡Yo me meto en cada embrollo! A veces arranco una maratón de señales y acertijos con el destino, del tipo:

 

Si cuando salgo a tirar la basura cruza un auto rojo, significa que se lo tengo que decir.

Y no pasa ningún auto rojo…

Entonces no se lo tengo que decir.

Pero alomejor el hecho de que haya pensado que se lo tengo que decir es una señal de que se lo tengo que decir,

y es momento de que deje de hacer apuestas con autos rojos.

Alomejor ésa es la verdadera lección.

Bueno, si cuando saco las medias del cajón la primera que sale es la del pie derecho entonces significa que esa es

la lección.

 

 

 

Andar por la vida tomando decisiones  se parece, a veces, a caminar por una vereda llena de baldosas flojas un día después de llover. Arrancás confiado. Al segundo paso ya se te antoja sospechosa tu buena suerte. Empezás a pisar con cuidado, tanteando con la puntita del pié pero sin aminorar tanto la marcha, para que ninguno se pare a mirar al gil que se va a salpicar. Estás casi llegando a la vereda en buenas condiciones y… ¡Plash! ¡Ahí está! ¡¡¡LA REMIL ¿*%@+!!! ¡¡¡LA ÚNICA BALDOSA QUE NO TENIA QUE PISAR!!! ¡¡¡Y VOY Y…!!!

 

La cuestión con lo incierto es que nunca te das cuenta cuándo ni cuánto lo es.

¡Eso es lo que lo hace incierto! El contexto no sirve de soporte. Ninguna respuesta posible te sugiere la tranquilidad espiritual que anhelás: la satisfacción de lo certero.

 

Los momentos en que las respuestas cuestan y tardan tanto son los menos propicios para buscarlas. Lo mejor es distanciarse un poco del problema y, en lo posible, relajar el pensamiento. Mirate una peli, salí a caminar, jugate un partidito de Candy Crush. ¡Hacé otra cosa!

Si la respuesta no aparece, dejá de buscarla donde no está. ¡Y va a aparecer!

 

 

Al final, tenía razón Rómulo…

 

EL TENDER

Mayo 2015

 

 

Pocas cosas hay más tristes que un Tender.

La sola imagen del Tender, con tus ropas colgadas, eternamente húmedas, esperando junto a la mesa del comedor a por el bendito momento de ser desinstalados de ahí, son muestra fiel de las imperfecciones del desarrollo de la vida post-moderna en la ciudad.

 

Por un lado está la irrevocable verdad de la sola imagen, que como una voz gris y palpitante te repite en el subconsciente: no tenés patio, no tenés patio, no tenés patio…

¿A quién se le olvidó a la hora de diseñar estos espacios habitables verticales la ausencia absoluta de un par de metros cuadrados EXTERIORES? ¡¿Quién pudo ser tan cruel?!

Máquinas de complicar la vida, de truncar el funcionamiento natural del ser humano, los departamentos son perversiones funcionales que nos hacen cruzar la línea incruzable al cuestionarnos: “¿Me tendría que haber quedado a vivir de mis viejos?...”

 

Por el otro lado está el aparatoso proceso de armado, sistema de volteado, y desarmado del rito del tender, propiamente dicho.

 

Primero: buscás el lugar en que pensás que va a molestar menos para ubicarlo. Irónicamente, esto nunca llega a ser verdad. Porque no importa dónde lo ubiques, SIEMPRE hay una puerta que no podés abrir, o una vuelta extra que tenés que dar para llegar del punto A al punto B, cuando el Tender está en pleno apogeo.

 

Segundo: casi un impulso coreográfico, la sola noción de tu ropa húmeda doblada sobre las antinaturales varillas de metal (a años luz de distancia de la orgánica y benévola soga de la casa de tu infancia) te resigna al impulso obsesivo-compulsivo de acercarte cada 5 minutos para voltear las prendas una y otra y otra vez. Cambiarlas de lugar. Darlas vuelta. ¿Y si ponés las medias así? ¿Les dará mejor el aire?... Dos horas más tarde descubrís, con asombro, que no te pudiste concentrar en ninguna otra tarea que no sea la de buscar excusas para pasar por al lado de esa infernal estructura metálica para sacudir, redistribuir y manosear tu ropa. Y, lo peor de todo: probablemente a esas 3 horas de distancia del momento inicial todo siga igual de húmedo.

 

Tercero: Si sos de los más ansiosos, como yo, no estás conforme con toooodos estos intentos de acelerar el proceso, y te aventurás a la peligrosa tarea de acercar el Tender al calefactor. O alomejor abrís el horno y lo ponés cerquita. O (como estoy haciendo yo en este momento) prendés el ventilador aún cuando hace 12º. Estornudos mediante…

 

Cuarto: finalmente te resignaste y lo dejás estar. Ya se va a rendir. Ahí, como un pesebre viviente en tu comedor, con todas las medias y los calzoncillos que se reunieron a mirar el “secamiento milagroso” de algún buzo o algún jean, el tiempo se detiene.

 

Quinto: la liberante danza del levantado y doblado de la ropa seca… O casi seca, pero shhh…!!! ¡No importa, te hacés el gil, nadie tiene por qué enterarse! No hay nada que no se pueda seguir secando en el cajón… De a una, tus prendas íntimas van desapareciendo de tu comedor, silenciosas. ¡¡La dulce victoria!! ¡¡No le quedó olor a humedad a nada!! Un par de minutos más tarde el Tender vuelve, plegado, al costado de la heladera. Y nada pasó aquí.

 

La cuestión es que para cuando menos te diste cuenta se convirtió en un nuevo integrante de tu familia. Podés “sentirlo” presente... SABES que está ahí, con sus patas abiertas en tijera, con el óxido creciéndole de a poco, alomejor sintiéndose observado… Compitiendo, a ver quién se resiste más…

 

Infaltable en cualquier domingo lluvioso, de esos en los que “si tuviera un arma cerquita… ¡No! mejor me clavo dos platos de fideos con salsa y media docena de facturas…”

 

Reticente a dejarte ir a acostar temprano los días de semana, cuando te falta nada más que hacer alguna danza chamánica para invocar los vientos, así se te ceca rápido la camisa del uniforme para el día siguiente.

 

Plantando batalla los sábados a la tarde, cuando la única prenda que descansa sobre él es la remera que te querés poner para salir a la noche. La que descubriste, un par de horas antes, que tenía una mancha de Fernet.

 

Esos días son los peores. Porque la imagen del Tender se convierte en una extensión de la imagen tuya lavando la remera a mano en la bacha de la cocina, y del inevitable salpicadero que dejaste en el piso.

 

“En lo de mis viejos tenía un lavadero…” Pensás.

 

Pocas cosas más tristes…

Pocas…

MARUJA

Junio 2015

 

Maruja vino a casa a tomar unos mates hoy.

Llegó a eso de las 7, después de su clase de escultura en metal, cargando un gancho de fierro agarrado a una madera.

 

-Van a ser unas alas – me explicó, emocionada – hechas con resortes de metal, soldados unos al lado del otro

 

 

Maruja es una de las pocas personas (y cuando digo pocas me refiero a poooocas) que me hace sentir que no estoy solo.

Cada vez que nos vemos nos hundimos en un torbellino verborrájico, analizando y descuartizando desprejuiciadamente,  los recovecos de las ultimas tendencias en terapias alternativas.

Si alguien nos escuchara de afuera creería que vivimos en algún templo y comemos raíces.

¡Pero NO! Somos dos personas más del montón haciendo lo posible para no ser devorados por los mandatos sociales.

 

“¡Somos más!“ Me repito con sorpresa cada vez que la veo.

Y por unos días esa certeza se me impregna en los poros y me da paz.

Somos más.

Somos parte de esa subcultura de “perdidos” que vamos pululando sin rumbo aparente en nuestra generación,

renegando de las expectativas externas, luchando por no desconectarnos.

Somos una red subterránea que se retroalimenta en silencio, por lo bajo…

 

Somos más.

 

Si estás leyendo esto y te sentís tan solo y desentendido como yo me siento a veces, quiero que lo sepas.

Porque sé que es tan necesario para vos como lo es a veces para mi.

Vos, yo y Maruja, y todos esos otros “perdidos” que están por ahí afuera, somos los resortes de las alas del curso de escultura en metal.

Y cada una de las señales – por más sueltas y esporádicas que parezcan – son las soldaduras que finalmente nos van a unir.

 

-Vamos a fundar el “Club de las Almas Libres” – me dijo Maruja riéndose,

mientras esperaba el colectivo para volverse a su casa, después de una jornada intensiva de mates lavados y charla.

 

¿Suena lindo, no?

 

El “Club de las Almas Libres”.

 

Y alomejor algún día salimos todos juntos a volar…

LOS COROS DEL FONDO DEL MAR
Junio 2015

 

 

Ayer soñé que ya no soñaba,

Que convertía mis sueños en realidad

 

El mantra de mi corazón me grita, desesperado

¿Habrá que dejar los miedos junto a los coros del fondo del mar?

 

Hastiado de recitar postales desde ningún lado

Las horas me llenan, me tumban…

Arcadas de desilusiones…

¿Será, pues, tan imposible querer caminar mis pasos honrando mis emociones?

 

Con toques apocalípticos, mi última hora me espía

Colgada, cabeza abajo, en mi sombra.

 

“La última hora” que es de todos, no es solo mía…

… desde los coros del fondo del mar.

 

No es lujo bacilar, es suicidio.

Ni es lujo esperar, es genocidio.

Está más vivo quien ha muerto intentando respirar,

Romper del pecho las riendas,

Rasgar las cuerdas en llantos,

Temer a ningún hombre ni bestia,

Sostener su lucha… luchar.

 

Desde los coros del fondo del mar

Volcanes hierven en lava bañando en piedra al cobarde,

Ahogando en cenizas al que se cree fuerte sin ni siquiera intentar.

 

Es su canción tan sutil que a veces me pierdo en el ruido, en el silencio.

¿Seré tan claro como el agua?

¿Tan constante como la corriente?

¿O serán mis días solo un eco de los coros del fondo del mar?

SIN PEDIR PERMISO
Junio 2015

 

 

Me mando sin pedir permiso.

Me mando de lleno y me zambullo en el incierto, fuera de mi zona de confort. Porque la vida no conoce de educación. La vida te saca y te pone, te sacude y te prueba sin pedir perdón.

Me mando sin pedir permiso, ni siquiera a los miedos que me sirvieron de refugio, a los monstros que hoy descubro que son solo sombras… ¿Y si dejo de invertir en mentiras? ¿Si dejo d preocuparme y disculparme por la imagen que se ve de mí? ¡¡No hay problema!! Hoy se que esa imagen poco tiene que ver conmigo.

 Me mando sin pedir permiso... Y sin mirar atrás. Me mando sin creer en nada más que mi plegaria del momento. Y tiro al viento los papeles en los que escribí mi historia. Papeles blancos. Papeles impresos. Papeles con renglones y tinta de alguien más…

Me mando sin pedir permiso… Y sin pedir prestado. Por cada “perdón” que alguna vez haya anulado la naturaleza de mi condición. ¡Y por los modales de los demás!

Quizás me vuelva, algún día, revestido de vergüenzas, de añoranzas, de temores.

Pero, mientras tanto, no hay más salida que atravesar esta frontera de mentira.

Así que, sin más, me mando sin pedir permiso.

MI VIDA EN UN RENGLÓN

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