top of page

R-E-S-P-E-C-T

“R-E-S-P-E-C-T find out what it means to me!” grita Aretha detrás de mi oreja.

“R-E-S-P-E-C-T… y la otra parte que nunca entiendo”

En Medellin usan la palabra “inrespeto” para cualquier cosa que sea arrebatada o un poco inoportuna. Esa palabra no existe. Si la buscas en el diccionario no aparece. Pero la usan a troche y moche y, al final, medio que te terminás acostumbrando.

No creo que la falta de respeto tenga que ver con lo arrebatado ni con lo poco oportuno. Esas cosas son parte de la vida. ¿Llamarías a la vida irrespetuosa? Bueno… a veces, sí.


Pero la falta de respeto, creo, tiene que ver más con cruzar los límites lógicos entre uno y otros. Entre “unotros”. Entre nosotros.


Sin nombrar cosas obvias y exageradas como la violencia y el maltrato, la falta de respeto incluye acciones tales como prometer cosas que no se cumplen, o contradecir a alguien que es claro en sus intenciones en cierta situación.


Pero, últimamente, estoy dándole vueltas, como mosca a sorete, a la idea del RESPETO PROPIO. El respeto hacia uno mismo.


Siempre creí que respetarse a uno mismo era ser fiel a tus propios sentimientos, o no dejarse pisotear por los demás.


¿Qué pasa, entonces, cuando inconscientemente ese es, precisamente, tu objetivo?


Como neurótico-ansioso-codependiente nato, el 80% de las veces me olvido que lo que se esconde detrás de lo que creo que son mis “verdaderas intenciones” es en realidad una desesperada necesidad de aprobación y de que el otro de turno te diga que sos suficiente. Esto, por lo general, me chupa hacia recovecos oscuros y enroscados del comportamiento humano de gentes como yo. Y ahí no paro. Cual Alicia misma, caigo en un laberinto donde la realidad es fantástica, mi tamaño cambia a cada segundo, y los conejos usan relojes.


NO SABER LO QUE SIENTO, o LO QUE QUIERO, es, entonces, u “inrespeto” hacia mí mismo.


Días corren de decisiones tomar. Ja. Muchas. Y difíciles. La información entra (como siempre) filtrada en mi cabeza por las lentes de la desesperación y el auto boicot. El castigo viene un poco más tarde, de la mano de la “victimez”. Y después me desparramo en un colchón de lástima hacia mí mismo.

Cada palabra de un amigo. Cada consejo de un extraño. Cada sensación que creo “señal”. Toooda esa información junta, desdoblada, doblegada por los mecanismos de mi tan-acostumbrado-juego-del-horror-hacia-mi-mismo.


¿Cómo tomar buenas decisiones cuando no estás en contacto con vos mismo y tus emociones?

¿Cómo tomar buenas decisiones cuando desaparezco ante la necesidad de aprobación de mis jefes, de mis hermanos de vida, de mis amigos de argentina a la vuelta, de mi vecina Omaira que no para de espiarme...?


Y, después, más allá, está ese demonio encarnado. El Alejandro chiquito. Esperando agazapado detrás del arbusto más cercano. Esperando a que falle en algo para saltar y asustarme, gritándome al oído: ¡¡Te lo dije!! ¡¡No sos suficiente!! (te juro que odio a ese pendejo…)


A lo que voy con todas estas piruetas, es a que el Respeto pasa por conectarse con uno mismo. Con UNO mismo. No con tooooodos los otros que enchufo en mi generador sin que me lo pidan.


“R-E-S-P-E-C-T” grita Aretha detrás de mí oreja.

“Find out what it means to me” es en lo que estoy trabajando.


MI VIDA EN UN RENGLÓN

bottom of page