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INGREDIENTES PARA UN INSTANTE




Nubes grises.

Pasto verde creciendo desigual después de la lluvia.

Tierra húmeda.

Sal en el aire. Si, sal.

El tibio calor del atardecer en mi piel, a través de la ropa, entre la ropa.

Y la sorpresa del frío cercano…


Lejos:

Las montañas

Que parecen de mentira

Que parecen dibujadas

Que son solo formas planas recortadas por una mano invisible en el

horizonte


Un pájaro trina, y en su canto no hay poesía.

No hay poesía en su canto.

No hay nada.

Solo acompaña el ritmo sincopado y diario del sol.

Su coreografía usual.


Escucho una canción lejana que no identifico (ni quiero identificar).

Y voces (más lejanas e inidentificables aún).


Estoy sentado en una pequeña silla de madera oscura.

Sentado frente al final del día.

Mi mate está frio, pero eso no significa que lo voy a dejar de tomar.

(Todo el que toma mates sabe que el mate que uno toma solo JAMÁS tiene adjetivos, es solo mate, y es más que suficiente)


Mi ropa está tendida, todavía húmeda, bailando con el viento muy cerca de mí, regalándome de a suspiros el aroma del jabón que usé para lavarla.

Hoy no se va a secar…


Del compás de las horas voy eligiendo ninguna

… Porque quiero.

… Porque lo necesito.

… No sé bien por qué.


La fuerza (Mente? Corazón? Alma? Destino? Ninguna de las anteriores?) que gestiona mis impulsos me impulsa a no impulsarme en dirección alguna.

(AL FIN!!!!!)


Dichosa Calma!

Dichosa. Ambigua.

Aunque la fila del ritmo del mundo me pida que avance (no importa hacia dónde!! Hacia algún lado!! Hay que moverse!!) la ignoro.

Solo por este momento. La ignoro.


Y te elijo, Calma.

Te elijo porque puedo.

Te elijo porque me lo permito.

Te elijo. Y decido adorarte.

Y decido estrujarte y absorberte en un silencio callado, en una quietud estática, expectante… sorprendido pero apático. LLANO.


Calma! Oh Calma!


Espacio.


Oasis.


Cómo disfruto de esta corta y cicatrizante indiferencia emocional!


Respiro.

Despido.

“Despiro” (¿?).

Vuelvo a respirar.

Me prendo un cigarrillo para llenar el vacío.

No porque me moleste.

No porque necesite hacerlo.

Solo por costumbre.

Lo prendo sin juzgarme y sin juzgarlo.


Segundo bañado de matices, sensaciones sutiles (gracias a Dios por lo sutil!) a mi alrededor.

Pero no las quiero identificar.

Hoy no.

Hoy paso.


Me llega el aroma del orégano y el romero creciendo a pocos metros, montado en la mano del viento.

Me llega el aroma de ellos creciendo.

Huelo su crecimiento, lento, simulando inanimación.

… Solo simulando…


Alguien se ríe, más allá, donde no sé dónde queda.

Alguien le responde con otra risa.


El mundo no sabe que existo.

En este instante no lo sabe. No quiero que lo sepa.

Hasta la roca se mueve, gira, se expande, se cristaliza.

Todo se transforma, y yo solo soy un ajeno espectador.

El mundo no sabe que existo.


Me siento protegido en este silencio.


El sol me mira a lo lejos, detrás de las nubes grises. Pero no me molesta. No me dice nada.

Me mira como quien mira a un perro dormir enroscado a un costado de la calle. Como quien mira un papel en la acera de un color que le llamó la atención y después lo deja pasar..

Se asoma otro poco más, brillante y vanidoso, engreído, solo para avisarle a todos que se está marchando, que lo disfruten lo poco que queda por hoy.

Y se vuelve a esconder.

Para el sol del atardecer soy como el pasto, que crece desparejo después de la lluvia.

Y eso se siente muy bien.

Hoy no quiero nada más.

Hoy no espero nada más.


¿Me prendo otro cigarrillo?

No… mejor no.


El mate ya está demasiado frio.

Mejor me voy adentro de la casa…


MI VIDA EN UN RENGLÓN

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