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CONUNDRUM (o una montaña de listas)

Los que me conocen (los que verdaderamente me conocen) saben que tengo un hábito por enamorarme de las palabras en otros idiomas. Enamorarme de sus sonidos, de la sensación al pronunciarlas, de las peripecias que mi lengua tiene que hacer para soltarlas.


La de esta semana fue CONONDRUM (en inglés se pronuncia algo así como “canaondrom”).


¡¿Que qué significa?!


Básicamente sería el equivalente a “quilombo”.


Casualidad ¿No?


En aaaaalgo así andaba mi cabeza en estos días:


- Que me voy, que me quedo…

- Que estoy bien, que estoy mal…

- Que estoy creciendo un montón en esta situación, que nunca me voy a adaptar a este lugar…


Y mi lucha interna personal parece, además, transformarse en ingratitud hacia los maravillosos amigos que tengo aquí, que supieron generosamente darme una oportunidad en Colombia cuando yo estaba desesperado por irme de Argentina. Y eso es lo más lejano a la realidad. ¡No me va a alcanzar la vida para agradecerles!


Pero estar bien uno mismo es la mejor manera de ayudar a los demás. ¿No te parece?


Los caminos entre las montañas me quedan siempre cuesta arriba en Santa Elena. Y, aunque el aire es puro y maravilloso, la gente abierta y amistosa, la naturaleza te quita el aliento y las frutas son increíbles, parezco no perdonar la falta de agua caliente en la pileta de la cocina (¡¿?!)


¿Siempre fui tan insatisfecho con todo? ¿Tan “gata flora”, tan desconformado?


Ehmmmm...


(…)


Ok…


Ok.


¡Entonces basta! ¡Esto no puede seguir así! ¡Esto no es para lo que vine!

¡Vine para estar bien, para sentirme MEJOR!


Hay momentos en que lo más importante es ser Honesto con uno mismo (y estoy hablando de Honesto con mayúsculas), incluso cuando esa honestidad atenta con hasta el más bajo de los conceptos que tenés de vos mismo.

Bueno, en eso estoy…


Por eso me embarqué, al borde de la desesperación (como casi siempre), en la ardua y trabajosa tarea de tratar de Comunicarme conmigo mismo. Y, sí, puse Comunicarme con mayúscula…


Así que agarré mi cuadernito de hojas rayadas (el que me regaló Maruja antes de venirme para acá. ¡Hola Maruja!) y empecé a hacer listas… y más listas… y más listas… y (¡adivinaste!) más listas.


  • Listas de las cosas que dejé en Argentina (una columna para las buenas y otras para las malas).

  • Listas sobre los aspectos negativos de mi personalidad que descubrí desde que viajé.

  • Listas sobre los aspectos positivos de mi personalidad que descubrí desde que viajé.

  • Listas de las cosas que necesito trabajar de mí mismo.

  • Listas de las cosas que quiero empezar a valorar de mí mismo.

  • Listas de las cosas que aprendí de la gente con la que comparto mi tiempo en Santa Elena.

  • Listas de las cosas que extraño.

  • Listas de los motivos por los que vine.

  • Listas de los motivos por los que me fui.

  • Listas de mis objetivos a largo plazo.

  • Listas de mis objetivos a corto plazo.

  • Listas de las cosas “ideales” que tendrían que pasar en el próximo mes para que no me vuelva loco (ja)

  • Listas de las cosas de las que estoy agradecido.

  • Listas de las cosas maravillosas que están pasando y que no valoro.

  • Listas de prioridades.

  • Incluso listas sobre las cosas que necesito hacer cada día para sentirme bien.


Listas, listas y más listas.

Hasta que casi me quedé sin hojas en el cuadernito… (¡Perdón, Maruja!)



La tarde se me hizo noche y el calor del sol “se las tomó” dejándome solo con el viento frío de las montañas. Releí las listas. Montones de hojas. La peor caligrafía. ¡Un CONUNDRUM!

Las volví a leer. Y me sorprendí de lo práctico que es ponerle palabras a las emociones. Identificarlas.


¡Wow! ¡Cuánto se le pasa a uno de largo por no tomarse cinco minutos para hacer cosas como estas!


Pero de lo que más me sorprendí es de lo sencillas que son las cosas que necesitamos para estar mejor. Cosas de cada día. Cosas pequeñas y sencillas que nos pide el cuerpo y el corazón y nunca los escuchamos.

¡Qué fácil que sería cambiar algunas de ellas! Hacer una cosa por día. Un cambio. Un esfuerzo chiquitito… UNO POR DIA.


Las listas son mis mejores amigas ahora.

Creo que tiene mucho que ver el hecho de que cuando escribís algo y lo leés después, te tenés que hacer cargo de todo inevitablemente… porque, bueno, lo escribiste vos…


Por último, hice una lista más: la de las cosas que QUIERO HACER.

Y empecé a hacerlas…






MI VIDA EN UN RENGLÓN

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