top of page

DE PUERTAS Y VENTANAS (días de invierno...)

¿Qué cosas se dejan cuando se deja?

Las horas se me hacen más cortas, pero mi cuerpo las siente más largas.

Estoy lleno de nervios. Lleno de ansias… y de ansiedad.

Cada noche me cuesta más dormir. Y no es por el frío, no…


Tengo el calefactor al mango, pero ando en remera mangas cortas adentro de mi casa.

¿Es sensato andar así?

¿Es la irrealidad del microclima de mi casa una ilusión que me mantiene protegido, suspendido?

¿Y si salgo a la calle? ¿Y si abro una ventana?

“Cuando una puerta se cierra, se abre una ventana” escuché por todos lados.


¿Y si abro LA puerta?


Finalmente el frío me hizo pensar:


¿Cuándo se abre esa puerta, se cierra una ventana?

Me acuerdo los inviernos de chiquito: mi mamá rezongaba siempre que dejábamos mal cerrada la puerta del patio, y en el comedor se perdía el calor de la estufa. Se “disolvía” en aire fresco.

A mí, personalmente, no me molesta el frío. Pero tengo que reconocer que tener tanto poder sobre la temperatura de mi departamento es tentador… Inevitable!

Así que, acá me ves, en Julio. Remera y shorts. Tomando mates como si fuera noviembre y quejándome del frío que hace afuera. ¡¡Eso es tan de argento!!

Y, sin embargo, me niego a cambiar este hábito culposo…


Hay otro clima del otro lado de la puerta. ¡Hay otro mundo detrás de todas las aberturas! Y yo, mintiéndome y protegiéndome ¿De qué? ¡¿De la realidad?!

¿No es el invierno otra estación –necesaria- del año?


Algunos saben de mi proyecto a esta altura. Todavía no me animo a hacerlo del todo público porque… bueno, eso lo haría más REAL!!

(Para los que no lo saben: paciencia, necesito procesarlo un poco más todavía)


Así que esta ilusión de protección, de mantener el “clima ideal” lo más que pueda no me resulta nada extraño.


Es que, por más seguro y motivado que esté a abrir una nueva puerta en mi vida, no dejo de pensar en todas esas ventanas que alomejor se cierren…

Fiel a mi melancolía y romanticismo, me revuelco un poco en el melodrama. ¡¡Por Dios, cómo me va el teatro!!



Hay ventanas que se me abrieron cuando todas las puertas estaban cerradas. Personas que me ayudaron muchísimo y valoro un montón. ¿Las seguiré necesitando?

Hay ventanas que dejaron entrar el aire cuando no podía respirar. Hábitos y costumbres de mi vida cotidiana. Pequeños actos reconfortantes del día a día. Caprichos que voy a extrañar.

Hay ventanas que creí cerradas y en realidad estaban abiertas. Relaciones que creía terminadas y que estos días descubro que siguen siendo tan nutritivas y vigentes como antes. ¿En qué mutarán?

Y hay ventanas imaginarias. Creencias. Pensamientos. Paisajes dibujados en mi inconsciente, que se van a “despintar” cuando el frío entre por esa nueva puerta abierta.


Le sigo poniendo ropa a mi perro (¡¿?!). Caliento el agua del mate más de lo normal, aunque siempre preferí tomarlo tibio…


Pero esta vez no me voy a torturar. NO. Necesito prepararme. Necesito “mantenerme calentito” mientras pueda. Porque estoy por entrar en una etapa de grandes cambios. Y SI LO NECESITO, LO MEREZCO.


(…)


(¡Wow! ¡Eso fue revelador!)


No puedo ignorar que una puerta abierta lleva a otro lado, en el que también habrán otras ventanas… y otras puertas más!!


Voy a seguir jugando este juego unos días más, hasta que esté preparado para abrir esa puerta definitivamente…

… Y ahí, seguro, me sorprendo descubriendo que del otro lado no hacía tanto frío después de todo.



MI VIDA EN UN RENGLÓN

bottom of page