top of page

CUANTAS VECES PASA UN TREN...??

Estoy en medio de una encrucijada. La posibilidad de una oportunidad se me presentó de sopetón, haciendo tambalear todos mis planes en la cuerda floja de mi vida.

Momentos de grandes decisiones, si los hay…


Parece mentira cómo las plegarias son escuchadas solo cuando se dicen con sentimiento auténtico… Pero cuando aquello que pediste finalmente llega: ¿Estás preparado/a para hacerte responsable de ello?


¿Cuántos de nosotros vamos de sol a sol rogando por grandes cambios, por nuevos rumbos? ¿Cuántas señales vamos buscando, desesperados, para animarnos a dar ese gran paso? ¿Cuántas promesas nos hacemos sobre lo que haríamos a la hora de llegar esa oportunidad de darle un vuelco a nuestra vida?

Y, sin darnos cuenta, esas señales, momentos y posibilidades están a la vuelta de la esquina.


El tiempo es una ilusión. Lo creemos lineal, constante, intransigente. Pero eso es una mentira. Solo es una unidad de medida más. Vamos presos en su ritmo, víctimas de la inevitabilidad, aturdidos por su traqueteo. Que no puedo. Que no es el momento. Que necesitaría más tiempo para hacer tal cosa o concretar tal otra. ¡Es la excusa perfecta!


Y yo… Yo soy experto en excusas perfectas.


Es momento de tomar decisiones, mis amigos. Esa es la única verdad inevitable que me enviste como un tren de frente.


A lo que me pregunto: ¿Cuántas veces pasa un tren?


Si lo único que nos separa de ponernos en marcha para hacer ese cambio que tanto necesitamos es el miedo, y si ese miedo solo está alimentado por el supuesto de que solo haya dos opciones: la de tomar una decisión buena o una mala. ¿No es, entonces, ese miedo una mentira en el mundo de lo incierto?


¿Cómo sabés si este tren es al que tenés que subirte?


Estoy empezando a pensar que nunca lo sabré…


¿Y no fue ese mi sueño siempre? ¿No es esa libertad e irreverencia el sueño oculto de todos? ¿Ir viajando de estación de tren en estación de tren, sorprendiéndonos y sin expectativas?


La ilusión del tiempo me sigue pesando. No estoy todavía del todo exento de los trucos de la mente para retenerme en mis “lugares seguros”. Me sudan las manos. Me zumba el pulso. Me asustan las consecuencias, la fantasía de una reacción en cadena que jamás pueda controlar.


Y, por otro lado, finalmente llegó la oportunidad de cortar con mi ciclo del “Alejandro seguro”.


¡¿Me subo o no me subo?!


MI VIDA EN UN RENGLÓN

bottom of page