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33

-Diga 33- te pide el doctor cuando te revisa los pulmones.


-33-


Mis 33 años me encontraron –porque yo no los busqué, ellos me encontraron- con fiebre y un catarro insoportable (mientras escribo esto tengo un despliegue monumental de bollitos de pañuelos de papel en el escritorio). Y creo que recién hoy, casi una semana después del día de mi cumpleaños, caigo en la cuenta y me pongo a pensar:


¿Serán los 33 el año de la revisión?


A la mayoría de la gente esta edad los alcanza con hijos, un poco más establecidos en el que sea su trabajo, alomejor con un auto usado, varios créditos, y montooon de proyectos para seguir en ese camino que te lleva certeramente a una vida NORMAL.


A mi, los 33 me llegan prestándole atención a distintas cosas, pero sobretodo a LAS COSAS DISTINTAS.


Según mi punto de vista (y el tuyo también, si te sentiste identificado/a con el párrafo anterior) esta es solo la primer tercera parte de mi vida. ¡Es un período de prueba y error! ¿Quién entiende eso de que a los 12 años tenés que elegir lo que querés hacer para el resto de tus días? ¡¿Quién dijo que entre los 20 y los 30 tenés que perfilar cómo querés vivir los próximos 60 años?! ¡¿Solo porque es lo que hace la gran mayoría está bien, y se saca de discusión?! ¡No, gracias! No para mí…


Si sos de los/as que no se sintió identificado/a con ese párrafo –y cada día parece que me voy cruzando con más y más de este tipo de gente- seguro no te aguantas las ganas de bombardearme con un sinfín de frases hechas:

  • ¿Cómo es posible que no te establezcas?-

  • ¿Me vas a venir a decir que en el fondo no querés una vida NORMAL?

  • ¿Qué te querés ir de viaje y dejar todo? Pffff… ¡Eso es para cuando sos pendejo! Ahora tenés que pensar con qué vas a comer, y agradecer lo que tenés…

  • Que la conexión, que la escritura, que la espiritualidad… ¡Dejate de joder! Andá a laburar, pagá los impuestos, anotate a un gimnasio y apurate en buscar con quien casarte que se te está pasando la hora. ¡¡ESO ES REAL!!

Probablemente en un punto tengas algo de razón con todas estas cosas. Aunque estoy seguro de que la mayoría me las dirías como una forma de reforzar tus propias elecciones inconscientes. Pero te estaría faltando una vuelta de tuerca más: eso no es lo UNICO real.


¡No te confundas ni te ofendas! ¡Me encantaría que me alcance con una vida NORMAL! Hasta me da envidia esa gente que se siente completa y tranquila con lo que tiene, con sus comodidades económicas y sus incuestionados vínculos sentimentales. Pero a mi no me alcanza. Me pasé 32 años viviendo de manera sensata, en busca de la NORMALIDAD, haciendo esfuerzos desmesurados para adaptarme y encajar (inclusive negando señales básicas como mi condición y demás) en lo que todos esperan de uno y jamás me abandonó una constante sensación de insatisfacción.


Recién este último año, luego de una cadena de eventos desafortunados (ja) y algunos no tanto, me permití revisarme. Revisarme realmente a fondo. Mucho tuvo que ver el viaje a Perú (por más anecdótico que le parezca a algunos). Mucho tuvieron que ver las pérdidas. Pero, por sobre todas las cosas, creo que fue EL momento. Hay una frase que dice: “el maestro no llega hasta que el alumno no está preparado”. Los últimos 32 años estuve preparándome para aprender la lección más importante: dejar de intentar con tantas fuerzas ser NORMAL, para empezar a ser REAL.


Los últimos meses han sido cuesta arriba. Hay días en que me siento agotado de nadar contra la corriente, de sortear las caras raras de mis amigos, los silencios incómodos de mi familia, las expresiones asustadas de los seres pasajeros, la soledad del camino, la imagen del espejo que me recuerda que todavía me estoy acostumbrando a pensar y sentir distinto a como lo venía haciendo. ¡Pero la recompensa es enorme! ¡Jamás me sentí más YO! ¡Jamás me sentí más GENUINO! Este viaje interno que estoy transitando (del que pocos saben, y en el que pocos se interesan) está sacando a flote aspectos valiosísimos de mi persona que estaban totalmente subestimados en mi afán de vivir la vida que los otros querían para mí, pero que no es la que yo quería.


Hay días difíciles, y son muchos. No es casualidad, como todo en la vida, que mi cuerpo cansado se haya engripado justo el día del festejo de mi cumpleaños (–diga 33-). Pero mi lema está más firme que nunca:


QUIERO UNA VIDA QUE SE SIENTA BIEN, NO UNA QUE SE VEA BIEN



¡¿Qué es lo peor que me puede pasar?! Jesús se murió a los 33 años por ser fiel a sus creencias… y mirá lo bien que le fue!!! ¡¡¡Se hizo re famoso!!! Así que vale la pena el intento…




El número 33 tiene un sinfín de significados poderosos en la numerología, la religión y la masonería. Gaudí puso en La sagrada Familia el llamado “Cuadro Mágico”, consta de una variedad de números del 1 al 15 que sumados de cualquier forma (horizontal, vertical o en diagonal) dan 33. El Hinduismo cuenta con 33 mil dioses. El Islam tiene 33 perlas para la oración. El cuerpo humano tiene 33 vértebras… quizá cada año de mi vida fui reforzando una de ellas, para poder pararme erguido HOY.


Así que acá estoy. Con 33 años. Ya no me asusta todo lo que tendría que haber hecho y no hice. Todos los vacíos ajenos que me pedían llenar. Ya no me asusta el no encajar. Es un signo de madurez ¿No te parece?


Y para mi eso no es poco…



Así que ahora te pregunto a vos:


-¿Dijiste 33?-

MI VIDA EN UN RENGLÓN

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