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LO QUE ME DEJÓ PERÚ

Si tuviera que decir cuál fue el momento más significativo de toda mi vida, sin duda alguna sería mi viaje a Perú.


Capricho del azar, o plan del destino, creo que mi historia y entorno se alinearon - finalmente - para que haga ese viaje.


Hay un antes y un después en mi vivir, en mi pensar y en mi sentir con Perú como visagra.


Te cuento...

Hay momentos en la vida en que las cosas fluyen. HOY sé que en esos momentos lo más inteligente que se puede hacer es dejar los pensamientos de lado y montarse a la ola.


El 2014 fue un año de soledad y decepciones.

Si bien toda mi vida fui un gran autoanalizador (a veces positivo y otras negativo) ese año todo el poder que alguna vez pude sentir sobre mi vida se transformó en decepción.

Mi abuela murió ese año, y el proceso de su muerte fue una de las experiencias más intensas e indescriptibles que pasé jamás. Ese año también terminé con mi última relación de pareja, totalmente descreído del amor, y seguro de que en este mundo la buena voluntad a veces simplemente NO alcanza... Ese año también me distancié de grandes amistades, y seguro ya te imaginarás: para mí las relaciones humanas son MUY importantes. Como si fuera poco el tiempo siguió jugando su juego y me encontré - una vez más - con otro año cumplido y millones de sueños sin cumplir. Muuuuy cansado de hacer tantos esfuerzos para "encajar" mis logros (¿?) en los estándares establecidos. La frustración de siempre. Una vida desperdiciada...


Al final del año, totalmente abatido, la soledad me rodeaba en cada rincón en el que me escondía. ¿Así que de esto la vamos? Le pregunté en secreto al embajador del universo con el que me comunico sin respuesta. Bien.


No me preguntes cómo porque te juro que no me acuerdo el "momento génesis". Pero en un par de semanas tenía organizado mi viaje a Perú, para irme SOLO.

¡¿YO?! ¡¿YO SOLO?! ¡¿YO QUE SIEMPRE FUI SUPER DEPENDIENTE Y LE TENGO MIEDO A TODO?!


Había algo en mi interior, una fuerza, un impulso, que no podía callar. Algo que me impulsaba a realizar ese viaje. Algo que SABÍA que ése era el camino a tomar. Y, si bien se trataba de un viaje corto, a modo "turista" por unos cuantos días con paquete armado y todo, para mí el simple hecho de ir solo y motivado por este impulso interno lo transformó en una AVENTURA. MI VERSIÓN DE UNA AVENTURA.

Como este no es un blog de viajes (al menos no todavía) no me voy a detener en los aspectos correspondientes. Solo te voy a contar que Perú es un lugar maravilloso. De hecho, ni siquiera es un lugar, Perú es una EXPERIENCIA.

Me regaló las mejores vistas que jamás presencié. Me paseó por los polos más opuestos de su gente y su cultura. Me hizo perder en rincones maravillosos y odiar los puntos turísticos más concurridos. Me infectó de tradiciones e historia. Pero, por sobre todas las cosas, me deslumbró con su genuinidad.


Ese fue uno de los puntos que más me sacudió: cuando salís de tus lugares conocidos empezás a verlos de otro modo, a cuestionarle cosas que ántes te parecían lógicas y naturales.


De repente todas las comodidades de mi vida en Rosario me parecieron innecesarias.

De repente la amabilidad de los Cusqueños delató la frialdad de mis conciudadanos.

De repente me encontré interactuando con otras realidades y reaccionando desprejuiciadamente.

De repente mi soledad fue lo más gratificante y nutritivo que me pasó.


Mi mente estaba abierta. Mis sentidos atentos. Mis percepciones dispuestas.


La gratitud de los peruanos para conLa Tierra, su historia y su constancia me innundó las venas. ¡¡Qué mundo más hermoso tenemos!! Y qué tan poco lo apreciamos...

Creo que lo que más - y de mejor manera - me afectó fué replantearme la "idea de progreso" con la que nos educan. El progreso como objetivo de vida. Acá estaba yo, solo, en un país desconocido, hablando con gente a la que en otro contexto hubiera ignorado (por más horrible que suene es la verdad, y reconocer esa verdad es la única forma de hacer el cambio) perdiéndome en calles de la que la mayoría hubieran escapado al trote, y todos los valores que arrastré a lo largo de mis días perdieron sentido.


¡¡Qué equivocado estoy!! ¡¡Cuánta energía gastada en sostener estándares ajenos!! ¡¡Cuanta mentira y sufrimiento al pedo, tratando de proyectar una imagen que no me interesa, de alcanzar las mismas metas que todas las personas que conocía!!


José, el conductor de la camioneta que me llevó desde Cúsco hasta la estación de trenes desde la que salía para el Machu Picchu, me dijo:


-Mira lo que es este lugar, mira las montañas... ¿Qué más necesitas? ¡Si tienes tu pedacito de tierra YA ESTÁ! -


El lugar era impresionante, sin dudas. Hasta se prestó a sacarme una foto ahí, a las 7 de la mañana, con 3º bajo cero. Pero lo que más valor tuvo para mí fueron sus palabras, que hasta el día de hoy siguen resonandome en la cabeza una y otra vez: ¿qué más necesitas? ¿Qué más necesitas?...


Desde ese momento un velo se corrió de mis ojos. Esa frustración que siempre me acompaño sin importar qué, vió su fin.


¡Ya no más frustrarme por no terminar carreras que desde un principio no quería estudiar! ¡Ya no más sentirme angustiado por no poder sostener relaciones que en realidad no me suman nada! ¡Ya no más compararme y castigarme por no ser lo suficientemente flaco, o lo suficientemente fresco, o por no tener el último artículo de moda! ¡Ya no más tratar de obtener, o en su defecto aparentar ser y querer lo que todos son o quieren a mi edad! ¡¡Ya no más vivir encerrado en el agobiante e incuestionado ciclo de producir y consumir!!


Jamás me sentí más LIBRE. Jamás me sentí más YO.

Cerré montones de círculos en mi vida en esos pocos días en Perú. Principalmente gracias a las revelaciones que me causaron la mezcla de la soledad, el salir de mi zona de confort y el experimentar otras realidades. Cerré círculos que de otra manera todaví estrían abiertos, sangrando, lastimandome...


Y, desde entonces, cada uno de mis días es parte de un proceso de reprogramación.


Incluso este blog es un eslabón de esa cadena. Es un intento de valorar mi singularidad. Es un recordatorio constante de LO QUE PARA MÍ ES REAL.


MI VIDA EN UN RENGLÓN

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